La colocación de un balón intragástrico es una técnica no quirúrgica, mínimamente invasiva, con una tasa de complicaciones baja y con una pérdida de peso considerable.

Es una alternativa no quirúrgica para los pacientes que no han conseguido la pérdida de peso deseada con dieta y ejercicio; además, se considera un puente para aquellos pacientes con contraindicación para un procedimiento quirúrgico definitivo de inicio. El mecanismo de la pérdida de peso del balón es restrictivo, ya que cualquier balón con un volumen de 400ml o más puede inducir saciedad. Otro posible mecanismo de acción que también puede contribuir a la pérdida de peso es el retraso del vaciamiento gástrico que provoca.

Existe controversia en cuanto a definir un paciente con alto riesgo de desarrollar complicaciones en cirugía bariátrica. Entre los factores de riesgo se encuentran un IMC > 60, la edad mayor de 50 años y la presencia de condiciones médicas como síndrome de apnea obstructiva del sueño, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 y trombosis venosa profunda. Para minimizar el riesgo de complicaciones cardio-vasculares y respiratorias en este grupo de pacientes se han diseñado diferentes estrategias para reducir peso de forma segura; es por ello que se han diseñado estrategias no operatorias, como el uso de un balón intragástrico colocado de forma endoscópica como primera fase de un tratamiento bariátrico definitivo. Para el grupo de pacientes con IMC bajo (30-34) el balón es, en muchos casos, el único procedimiento permitido para tratar su obesidad. La pérdida del exceso varía entre 11 a 15kg posterior a la colocación del balón a los 6 meses6 que representa el promedio de pérdida del exceso de peso del 26.5 y 25.4% a los 3 y 6 meses del retiro del balón.